Hola, hoy os hablo de las dietas milagro. Constantemente suelo alertar a la gente que visita mi consulta sobre el peligro de adelgazar siguiendo algunas pautas y consejos que han llegado a sus manos. Por eso, creo que es un buen momento para explicaros lo que pienso sobre este tipo de dietas que aseguran resultados milagrosos en muy poco tiempo. ¿Qué hay detrás de ellas y por qué son tan usadas? ¿cuáles son las dietas más peligrosas? De todo ello os voy a hablar, ya que perder peso no debe ser una lucha contra el reloj y el espejo, sino un proceso en el que podamos mejorar nuestras condiciones de vida y sobre todo mantenerlas a largo plazo. Las dietas milagro no son un buen camino.
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¿Por qué tienen tanto éxito las dietas milagro?
El sobrepeso se ha convertido en uno de los mayores dilemas de nuestra época. Afortunadamente esta cuestión no ha quedado en saco roto para gran parte de la población y hoy en día podemos afirmar que existe una verdadera conciencia sobre la importancia de combatir el problema. Pero debemos tener cuidado, ya que al mismo tiempo que el poder de las nuevas tecnologías ayuda a que la información llegue a más gente, también provoca que las personas más vulnerables queden expuestas a algunos peligros. La sociedad vincula el éxito a la imagen, el poder y la abundancia. A estos factores debemos añadir uno más que ha ganado fuerza en nuestros días: la inmediatez.
La inseguridad o la falta de satisfacción personal provoca que los individuos emocionalmente más débiles vivan en un estado de comparación permanente. Esta condición es intrínseca a muchos seres humanos, pero el auge de las redes sociales ha hecho que aumente de forma exponencial el número de personas a las que inconscientemente tenemos posibilidad de compararnos: “Si él puede hacerlo, yo también”. Se activa entonces un mecanismo que impulsa a buscar nuevos retos, algo que no es totalmente negativo pero sí peligroso cuando va acompañado de la necesidad de conseguir resultados inmediatos. Lo que vemos en la publicidad o en las redes sociales no es más que una realidad distorsionada; nadie vende desgracias o muestra su cara menos amable en Instagram. Esta cuestión se hace más evidente en temas relacionados con el físico o el sobrepeso.
El impacto de estas vías de comunicación puede hacernos pensar que somos parte de un subgénero de la especie: “tengo problemas, me sobra peso, no soy feliz y además soy el único al que le pasa. Voy a terminar con todo y además debo hacerlo de forma rápida”. Las dietas milagro no son más que el resultado de ese cóctel tan peligroso. Se adaptan a la perfección a nuestro estilo de vida ya que prometen soluciones a problemas reales de la población, lo hacen con métodos novedosos que sorprenden y sobre todo aseguran resultados rápidos, ¿quién no quedaría seducido ante una fórmula tan milagrosa?
¿Qué ocurre cuando adelgazamos?
Los procesos químicos que se originan en el organismo cuando perdemos peso están bastante definidos. Sin embargo, a la hora de adelgazar tenemos que diferenciar entre hacerlo de forma coherente o desordenada, esta cuestión marcará el éxito o el fracaso de la dieta. Lo necesario es conseguir que el metabolismo se acelere, algo que ocurre cuando el organismo está nutrido y recibe la cantidad necesaria de macronutrientes y micronutrientes. Por contra, el resultado puede ser caótico si faltan algunos de ellos. Cuando el adelgazamiento se realiza de forma racional aumentan los niveles de adrenalina, se acelera el metabolismo y también los procesos metabólicos que permiten la rotura de triglicéridos acumulados en los adipocitos (los triglicéridos son la fórmula de grasa que se encuentra en el interior de ellos).
Al mismo tiempo que la persona pierde peso se van activando otros procesos como la liberación de hormona de crecimiento, de testosterona o la tiroides, de forma que toda la orquesta hormonal que se encarga de regular el metabolismo y de eliminar grasa o líquido se acelera. Si el adelgazamiento se hace además aumentando la masa muscular, es evidente que la tasa de metabolismo basal crece, con lo que en reposo cada vez se va quemando más. ¿Qué ocurre si una persona pierde peso sin introducir los minerales, vitaminas o macronutrientes necesarios? La dieta no sería coherente con la fisiología del cuerpo humano ya que al mismo tiempo que se adelgaza se pierde masa muscular, la tasa metabólica disminuye y llega un momento en el que se llega a un tope. Cada vez se deben restar más calorías o hacer mucho ejercicio aeróbico para conseguir el mismo resultado, se entra en un círculo vicioso en el que las posibilidades de efecto rebote son muy altas.
El efecto rebote en las dietas milagro
Cuando se realizan dietas basadas en una alta reducción del contenido de hidrato de carbono, lo que ocurre es que en las primeras semanas se pierde mucha cantidad de agua (hay que recordar que por cada molécula de azúcar que hay en el organismo se acumulan 3-4 de agua), ¿esto qué quiere decir? Si realizamos dietas hiperproteicas o carentes de hidrato de carbono al 100%, el organismo pierde sus reservas de azúcar y por tanto también el contenido de agua que estaba adherido a esas moléculas de glucosa.
Alargando mucho tiempo esta situación, tendremos cada vez una dependencia mayor de azúcar, de forma que cuando volvamos a introducir hidratos en nuestra dieta el cuerpo lo absorberá rápidamente y acumulará mucha agua para sostener la nueva carga de glucosa. Si optamos por prescindir del azúcar de forma drástica, estamos predisponiendo al organismo a tener una avidez mayor por retener las moléculas de glucosa y a su vez el agua que gira en torno a ellas. Por eso simplemente con una “comida trampa” la persona puede llegar a subir hasta dos kilos y originar un efecto rebote.
Otra de las consecuencias que pueden producir estas dietas es que el organismo ralentice la glándula tiroides, de forma que ésta libera menos hormonas tiroideas y con ello la quema de grasas se ralentiza. El cuerpo lo hace como medida de protección, pero al volver a ingerir calorías el sistema está descompensado y es más fácil recuperar el peso perdido. Por último hay que citar otro factor con el que el organismo se defiende al bajar rápidamente los porcentajes de grasa, está relacionado con las hormonas sexuales (estrógenos, progesterona y testosterona). Con estas dietas puede ralentizarse su producción y tener como consecuencia una hipofunción sexual con resultados peligrosos. Por ejemplo afecta a la regularidad de la menstruación en la mujer y en un descenso pronunciado de testosterona en el hombre. Si las hormonas sexuales no funcionan de forma correcta también existe mayor riesgo de “efecto rebote” al volver a ingerir parte de las calorías que habíamos eliminado de forma radical.
Tipos de dietas (no) milagro:
Dietas hipocalóricas
Se trata de una dieta basada en un aporte de calorías por debajo de las mínimas necesarias para el mantenimiento del metabolismo basal, de esta forma se produce un balance energético negativo. Son dietas que generan un rápido adelgazamiento, aunque lo hacen a expensas de pérdida de grasa, agua y lo que es peor, masa muscular. Esta pérdida muscular provoca que la tasa metabólica basal sea mucho menor, que los sistemas hormonales se ralenticen y que por tanto la posibilidad de recuperar el peso rápidamente sea muy elevada (existe gran riesgo de efecto rebote). Las dietas hipocalóricas también pueden provocar una enorme desnutrición en el organismo, así como perdida de colágeno, proteínas estructurales y envejecimiento prematuro.
Dietas bajas en grasas
Fueron célebres durante los años setenta y ochenta. Se basan en un consumo de grasa por debajo del 5-10%. Por desgracia, dejan de lado los enormes beneficios de las grasas, tales como el equilibro de las vitaminas liposolubles ( A,D,E,K ), el correcto funcionamiento de las neuronas o la necesidad del “tan temido» colesterol. Las consecuencias finales pueden acarrear graves problemas para la salud, por ejemplo menopausia precoz o déficit de testosterona en el hombre .
Dietas hiperproteicas (Dukan-Atkins)
Se trata de dietas basadas en la exclusión de los hidratos de carbono. El organismo reduce los niveles de insulina en sangre, algo que ocasiona pérdida de agua en primer lugar y posteriormente activación de los procesos quemagrasas. Aunque a corto plazo puede ser una buena opción, este tipo de dietas deben estar muy controladas, ya que la falta de fibra tiende a originar problemas gastrointestinales. El alto consumo de proteínas también puede generar predisposición a acidez (con consecuencias en la mineralización del hueso y dientes), así como problemas hepáticos y renales debido a la formación de cálculos. Igualmente, se ha demostrado que la exclusión total de hidratos de carbonos acaba ralentizando el metabolismo, con lo que la recuperación de peso una vez abandonada la dieta es rápida .
Dieta de la piña
Está basada en el poder diurético de la piña y en el alto contenido de enzimas como la bromelina, las cuales favorecen la salud intestinal y los procesos de desintoxicación. La dieta de la piña puede aportarnos beneficios por la cantidad de minerales, vitaminas y enzimas que contiene, que nos ayudarán a la hora de realizar las digestiones (en especial de las proteínas) cuando volvamos a nuestra dieta habitual.
Sin embargo, esta dieta nunca debe extenderse más de tres o cuatro días ya que conllevará carencias nutricionales, pérdida de masa muscular e incluso puede producir llagas en la mucosa oral por alergia. Por tanto, pese a que cortos ayunos en el tiempo a base de piña pueden tener algún beneficio en la salud y en la pérdida de líquidos, esta dieta nunca debe ser usada como estrategia para perder peso ya que los riesgos de desnutrición y efecto rebote son enormes
Dieta alcalina (control del pH)
Se trata de una dieta dirigida al control del pH, argumentando que todo organismo enfermo tiene un pH ácido y que la nutrición con alimentos alcalinos puede prevenir el sobrepeso y la acidez. En primer lugar, nuestro cuerpo tiene los suficientes recursos para mantener el equilibrio del pH entre 7,35 y 7,45, de forma que aunque tengamos muy malos hábitos nunca nos acidificamos. Lo que ocurre es que el organismo, para mantener ese equilibrio, debe recurrir a mecanismos que nos pueden desmineralizar u ocasionar otros problemas fisiológicos. Es en ese proceso donde la dieta del pH puede ayudar como dieta preventiva.
No obstante, un exceso de alimentos alcalinos también puede ocasionar problemas en la salud si no es dirigida por un especialista médico. Igualmente, el control del pH no ayuda a adelgazar ya que no es capaz de acelerar la quema de grasa de forma significativa.
Dieta del sirope de arce
Aunque el sirope de arce es un producto con cierta cantidad de vitaminas/minerales, y ayuda en procesos de ayunoterapia y desintoxicación, nunca debe ser una opción válida mas allá de los 4-5 días del inicio de la dieta. Si la alargamos en el tiempo podemos entrar en procesos de catabolismo muscular y caquexia, evidentemente haciendo que en el momento que introduzcamos comida recuperemos rápidamente el peso perdido. Es otra dieta con gran riesgo de efecto rebote.
Dieta del grupo sanguíneo
Esta dieta se publicó en el año 1996 y se basa en las diferencias antropológicas del ser humano en función de su Rh sanguíneo, de forma que dichas diferencias pueden dar lugar a los diferentes fenotipos: cazador, nómada, agricultor etc. Se trata de una dieta especulativa y carente de rigor científico, además de extremadamente reduccionista ya que resulta demasiado radical reducir a toda la población del planeta con cuatro tipos de morfotipos y cuatro tipos de dietas que prometen adelgazar y enfrentarse a múltiples patologías.
Caso médico
Para ir concluyendo esta entrada en la que hemos expuesto algunos de los peligros de las dietas milagro, voy a compartir con vosotros un caso que me encontré en la consulta y que afortunadamente tuvo solución gracias a una dieta y suplementación adecuadas. Sirve de ejemplo para poner en alerta a todos los que estés pensando en comenzar una dieta. Nuestra paciente es María (nombre ficticio que usaremos para mantener la confidencialidad). Ella es una mujer de mediana edad con sobrepeso que decidió realizar una dieta hipocalórica para adelgazar.
Como hemos explicado anteriormente, este tipo de dietas se basan en una reducción drástica del consumo total de calorías, en el caso de María la ingesta diaria era de 700/800 Cal. Durante las primeras semanas los resultados fueron buenos ya que el objetivo de perder peso se cumplió, su cuerpo notó una disminución de grasa pero también de masa muscular. El hecho de que su organismo recibiera tan pocas calorías provocó que su sistema hormonal comenzara a ralentizarse y el ovario dejara de liberar estrógenos y progesterona. La primera luz de alarma se encendió cuando María perdió la menstruación. El descenso de peso siguió su curso al mismo tiempo que cada vez se encontraba más cansada. Los cambios eran muy visibles en su cuerpo, pero durante el proceso los resultados ya no eran los esperados: María notaba flacidez, demasiadas estrías y una mala calidad cutánea. Esto es muy habitual en las personas que realizan este tipo de dieta ya que la proteína muscular y el colágeno sufren.
La ansiedad también estaba presente en el día a día y provocó que comenzara a saltarse la dieta con frecuencia. Con ello los problemas aumentaban ya que con cada comida no planificada se producía un aumento considerable de peso, y por si fuera poco, el efecto rebote vino acompañado de pérdida de pelo y uñas. María llegó a un punto de no retorno y cayó en depresión. La dieta hipocalórica que hace semanas le parecía perfecta, había mermado por completo su equilibrio emocional y la estabilidad de sus hormonas. Cuatro meses después de comenzar le quedaba muy poco de la ilusión y disciplina que reinaba en las primeras semanas, lo que hizo que María terminara saltándose la dieta casi a diario. Las consecuencias fueron rápidas y devastadoras ya que se produjo un potente efecto rebote y en pocas semanas la paciente no solo recuperó el peso perdido sino que lo aumentó. Fue entonces cuando María decidió acudir a nuestra consulta para pedir consejo profesional, la dieta hipocalórica había sido un fracaso.
Su caso es más frecuente de lo que imagináis, ya que muchas personas deciden acudir a un experto únicamente como último recurso. La desesperación y las malas experiencias con las dietas milagro suelen provocar esta reacción. En el caso de María decidimos crear una dieta adaptada a su estilo de vida, modificando alimentos y por supuesto, incluyendo una serie de suplementos que debían ayudarle a restablecer su salud. Las analíticas habían sido muy claras y presentaban alarmantes niveles en algunos parámetros que debíamos solucionar. Se le recomendó L-Tirosina y Yodo en forma de algas Kelp para reactivar su glándula tiroides. Por otra parte, para obligar a que su ovario comenzase a trabajar de nuevo se incluyó una ingesta importante de ácidos grasos esenciales como omega 3, perlas de aceite de onagra o de borraja.
María notó un cambio en sus hábitos, ya que con la dieta hipocalórica realizaba sólo una o dos comidas al día, mientras que en ese momento comenzó a comer 4/5 veces. Con ello asegurábamos que su organismo se acostumbrara a recibir nutrientes constantemente. El número de calorías totales era mayor, aunque el incremento se realizó de forma gradual para evitar un efecto rebote alto. Las grasas esenciales fueron un factor importante ya que su ovario y el sistema hormonal empezaron a trabajar con normalidad. Los resultados no llegaron de inmediato y hubo que preparar a María para que tuviera paciencia con una dieta en la que abundaban las legumbres, los cereales integrales y las verduras para que su organismo “se cargara” de minerales y micronutrientes. En pocas semanas se produjo un descenso bastante notable de peso, su aspecto y estado de ánimo era mucho mejor. Nuestra paciente no estaba acostumbrada a realizar ejercicio físico, algo que se le recomendó y también ayudó a conseguir mejores resultados. Las nuevas analíticas nos indicaron que estábamos en el buen camino ya que conseguimos equilibrar los niveles y a la vez María había perdido parte del peso que le sobraba. Lo más importante es que aprendió a mantener un estilo de vida saludable y no sentía la necesidad de realizar tantas “comidas trampa” (aquellas en las que nos saltamos la rigidez de la dieta). Además, la inclusión de suplementos y gran variedad de alimentos hizo que su metabolismo se mantuviera estable y por ello no existiera un efecto rebote considerable al abandonar la rigidez de la dieta. A esto me refiero cuando hablo de adelgazar de forma coherente.
Ciertas dietas milagro pueden ser un recurso en un momento determinado, pero no debéis olvidar que pueden llegar a ser muy peligrosas si se alargan en el tiempo. He intentado explicaros mi visión sobre ellas y la importancia de contar con el asesoramiento médico adecuado a la hora de iniciar cualquier tipo de dieta. No existen milagros pero sí soluciones eficaces que pueden ayudarnos a conseguir nuestros objetivos y sobre todo a cuidar la salud.
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