9/9/2025

Inflamación silenciosa: el vínculo entre tu intestino, la fatiga y la tiroides

¿A veces te sientes hinchado, sin energía o con la cabeza embotada después de comer? No eres el único, ya que muchas personas conviven con molestias digestivas persistentes. En consulta lo veo a diario: hombres y mujeres que llegan con digestiones pesadas, fatiga que no desaparece, alteraciones horm

¿A veces te sientes hinchado, sin energía o con la cabeza embotada después de comer? No eres el único, ya que muchas personas conviven con molestias digestivas persistentes. En consulta lo veo a diario: hombres y mujeres que llegan con digestiones pesadas, fatiga que no desaparece, alteraciones hormonales o problemas para dormir. Muchas veces, el origen de todo está en el intestino, lo que empieza como una molestia digestiva puede transformarse en una inflamación crónica de bajo grado que afecta a todo el cuerpo.

En este artículo quiero explicarte por qué un enfoque integrativo puede marcar la diferencia cuando no encuentras respuestas.

¿Qué entendemos por inflamación intestinal crónica?

Cuando hablamos de inflamación crónica del intestino, no nos referimos a una enfermedad puntual. Es una respuesta sostenida del sistema inmune ante agresores constantes: ciertos alimentos, fármacos, toxinas o incluso el estrés emocional. El cuerpo entra en alerta y empieza a liberar citoquinas proinflamatorias. Poco a poco, esa inflamación daña la mucosa intestinal, que pierde su capacidad de proteger, absorber y digerir.

Síntomas que no debes normalizar

Los primeros en aparecer suelen ser los digestivos: dolor abdominal tras comer, hinchazón, gases, digestiones lentas. Algunas personas lo sienten como espasmos, otras como ardor o una presión incómoda. A veces, por miedo al malestar, se empieza a comer menos… y eso lleva a déficits nutricionales. El tránsito también cambia: diarreas, estreñimiento o una mezcla de ambos. La hinchazón abdominal es muy frecuente, incluso en personas delgadas o con buena forma física.

Y con el tiempo, aparecen otros síntomas menos evidentes pero igual de importantes: pérdida de peso involuntaria, cansancio extremo, niebla mental, alteraciones del sueño, cambios hormonales (como hipotiroidismo o caída de la testosterona), y una respuesta al estrés totalmente alterada.

¿Qué tiene que ver el intestino con tu tiroides?

Mucho más de lo que imaginas. Cuando la mucosa intestinal está dañada, no absorbe bien nutrientes clave para la función tiroidea (zinc, selenio, yodo). Pero además, ese intestino inflamado activa una respuesta de estrés interna que eleva el cortisol y frena la producción de hormonas tiroideas.

Como resultado, disminuye la conversión de T4 en T3, que es la forma activa de la hormona. Y entonces aparece la fatiga, la apatía, la piel seca, la caída del cabello, todos son síntomas típicos de hipotiroidismo que pueden tener su origen en el intestino.

¿Por qué se inflama el intestino?

Las causas pueden ser muchas, y no siempre son fáciles de identificar. Algunas frecuentes son:

  • Predisposición genética (celiaquía, enfermedades inflamatorias intestinales).
  • Uso prolongado de antibióticos, antiinflamatorios o corticoides.
  • Estrés emocional o físico mantenido.
  • Dietas muy procesadas, con exceso de azúcares y grasas trans.
  • Exposición a tóxicos ambientales y metales pesados.

Todos estos factores pueden provocar hiperpermeabilidad intestinal. Es decir, la barrera intestinal se vuelve porosa, y deja pasar sustancias al torrente sanguíneo que no deberían estar ahí. El sistema inmune lo detecta y reacciona, manteniéndose en un estado de alerta constante. Y no me quiero olvidar de los pacientes que entrenáis a diario, cuántas veces me comentáis que después de comer tenéis que tumbaros rápidamente por el malestar: hinchazón, gases, digestiones lentas, etc. En ocasiones no son los nervios o “comer rápido”, muchas veces el problema está en la inflamación del intestino y al ajustar la alimentación y trabajar el eje intestino-estrés, desaparecen los síntomas.

¿Cuál es el abordaje desde un enfoque integrativo?

Lo primero es entender que no se trata solo de calmar los síntomas. Cuando me encuentro con estos casos busco una visión global. Valoramos analíticas específicas, revisamos la alimentación, el descanso, el nivel de estrés y la historia completa de cada paciente.

El abordaje puede incluir:

  • Pruebas de inflamación y función intestinal (calprotectina, zonulina, elastasa).
  • Evaluación hormonal (tiroides, cortisol, prolactina, testosterona).
  • Estudios de microbiota y marcadores autoinmunes.
  • Valoración emocional y estilo de vida.

A partir de ahí, trazamos un plan personalizado que puede incluir cambios en la dieta, suplementos como glutamina, adaptógenos, protocolos intestinales o apoyo emocional. Pero también existen herramientas que tú puedes implementar como prevención:

  • Aprende a gestionar el estrés. Dormir mejor y en ocasiones bajar el ritmo.
  • Come con atención: menos ultraprocesados. Alimentos ricos en enzimas digestivas como la piña o la papaya pueden ayudarte.
  • Cuida tu hidratación: agua, infusiones suaves, caldos con sal natural.
  • Evita automedicarte o usar suplementos al azar. Siempre con supervisión profesional.

Un último consejo…

Si llevas tiempo arrastrando síntomas digestivos y fatiga, no lo normalices. Desde mi experiencia clínica, he visto cómo muchas personas mejoran cuando se les acompaña de forma integral, conectando los síntomas con sus verdaderas causas. Por eso, si algo no encaja en ti, si intuyes que hay más, no te conformes. Da el paso. Porque muchas veces, esos problemas que arrastras no están solo en tu mente… están en tu intestino.

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